Las aguas residuales de los aviones ofrecen alerta temprana para la propagación de superbacterias

Las aguas residuales de los aviones ofrecen alerta temprana para la propagación de superbacterias

Imagina esto: estás volando a 30,000 pies sobre el suelo, y el humilde baño del avión está haciendo más que solo cumplir con su función. Según un nuevo estudio liderado por la CSIRO de Australia, las aguas residuales de los aviones podrían convertirse en nuestra próxima gran herramienta en la lucha contra las superbacterias resistentes a los antimicrobianos (RAM). ✈️🔬

Los investigadores recolectaron aguas residuales de 44 vuelos internacionales que llegaron a Australia desde nueve países. Utilizando técnicas moleculares avanzadas, detectaron nueve patógenos de alta prioridad y docenas de genes de resistencia a los antibióticos, incluidos cepas que se encuentran frecuentemente en hospitales y que son resistentes a múltiples medicamentos.

Más sorprendente aún: los genes de antibióticos de último recurso aparecieron en 17 vuelos, aunque estaban ausentes en las aguas residuales urbanas de Australia. Esto sugiere que estos genes de superbacterias viajan con los pasajeros y pueden cruzar fronteras nacionales sin ser detectados.

Los vuelos de Asia transportaron concentraciones más altas de genes de resistencia en comparación con los de Europa, mostrando un patrón geográfico claro. Las aguas residuales de los aviones capturan firmas microbianas de pasajeros de diferentes continentes, dice Warish Ahmed, autor principal de la CSIRO. Es una forma no invasiva y rentable de monitorear amenazas como la RAM. 🌍🚽

Además, el equipo confirmó que el material genético permanece estable en los desinfectantes de los baños de los aviones durante hasta 24 horas, lo que hace que este enfoque sea confiable para la vigilancia continua. Con la RAM proyectada para causar más de 39 millones de muertes para 2050 – superando al cáncer – la detección temprana es crucial. Este método podría ofrecer advertencias oportunas sobre nuevas amenazas de superbacterias, al igual que lo hizo el análisis de aguas residuales para el COVID-19.

El estudio completo aparece en Microbiology Spectrum, una revista de la Sociedad Americana de Microbiología, con socios de la Universidad de Xiamen, la Universidad del Sur de Australia y la Universidad Tecnológica de Michigan que se sumaron al esfuerzo. La próxima vez que tires de la cadena a 40,000 pies, recuerda: ¡la ciencia podría estar escuchando! 😉

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