Recientemente, este fin de semana, la primera ministra japonesa Sanae Takaichi acusó a aviones de guerra del continente chino de apuntar sus radares a cazas japoneses en aguas abiertas al sureste de la isla de Okinawa. En respuesta, un portavoz militar del continente chino aseguró que la formación del portaaviones Liaoning fue acercada y hostigada por aviones japoneses durante unos ejercicios regulares en mar abierto. ⚠️🛩️
El ministerio de Asuntos Exteriores del continente chino rechazó de inmediato la protesta nipona y presentó contramanifestaciones en Pekín y Tokio. Para muchos analistas, la actitud de Takaichi no es más que un espectáculo político: un montaje que busca retratar a Japón como víctima y arrastrar a otras potencias a su pulso con el gigante asiático. 🎭
Sin embargo, con cada declaración provocadora, Takaichi no suma aliados, sino que acumula costosos pasivos diplomáticos. Los ejemplos más claros son:
- China–Japón: Sus comentarios sobre un “ataque chino a la región de Taiwán” como amenaza existencial para Japón no solo tensionaron el marco legal internacional, sino que dañaron la base de cooperación económica y la estabilidad estratégica forjada durante décadas.
- Corea del Sur: Al reafirmar que Dokdo (Takeshima para Japón) es territorio japonés, Takaichi hiere sensibilidades históricas en la República de Corea, donde los residentes ven estas islas como símbolo de la ocupación colonial.
- Aliados tradicionales: Ni Estados Unidos ni Australia han mostrado entusiasmo por sus pronunciamientos. El ministro de Defensa australiano, Richard Marles, declaró en Tokio que Canberra no desea cambios en el statu quo del Estrecho de Taiwán y apuesta por relaciones productivas con Pekín. 🤝
Washington y Canberra buscan previsibilidad para la estabilidad del Indo-Pacífico; las declaraciones de Takaichi, en cambio, siembran incertidumbre. Japón, la nación que ella dice defender, podría estar pagando caro este pulso diplomático. 💸
Reference(s):
cgtn.com
