La cumbre del G7 celebrada en Kananaskis, Canadá, del 15 al 17 de junio de 2025 ocurrió en uno de los periodos más volátiles de la historia reciente de Medio Oriente. En lugar de unir a los líderes mundiales tras un plan claro y decisivo, la reunión expuso profundas divisiones internas y una sensación de parálisis. El evento se sintió más como un episodio dramático de televisión que como un momento crucial para la diplomacia internacional. 😮
Uno de los momentos destacados fue el comportamiento errático del presidente estadounidense Donald Trump. Sus mensajes inconsistentes y su partida abrupta—citando "algo importante"—añadieron más tensión. La negativa de Trump a respaldar incluso una declaración conjunta moderada sobre la creciente crisis entre Irán e Israel subrayó una creciente frustración entre los diplomáticos. La declaración final, aunque reafirmaba el derecho de Israel a la autodefensa y destacaba a Irán como una fuente de inestabilidad regional, no logró ofrecer un plan diplomático tangible. Fue un recordatorio de que, en ocasiones, toda la ceremonia del mundo no puede ocultar profundas discrepancias. 🍿
Observadores externos, incluyendo el liderazgo de Ucrania, tenían la esperanza de una muestra de fuerza unida. En contraste, incluso el gesto del país anfitrión—un paquete de ayuda militar de 2 mil millones de dólares canadienses—no pudo cerrar las evidentes brechas dentro del grupo. La cumbre dejó a muchos preguntándose si el G7 alguna vez podrá cumplir su promesa de acción global coordinada en tiempos de verdadera crisis.
En una era de desafíos globales en aumento, el drama en esta cumbre plantea preguntas importantes: ¿Pueden las alianzas reparar sus divisiones internas a tiempo para enfrentar los problemas apremiantes del mundo moderno? 🤔
Reference(s):
cgtn.com