En una jugada audaz, el presidente de los EE. UU., Donald Trump, ha impuesto un arancel del 10% a productos fabricados en China y un arancel del 25% a productos de Canadá y México, con vigencia desde el 1 de febrero. 🛒 Esta decisión surge de acusaciones de que China está jugando un papel en la distribución de fentanilo, un opioide sintético peligroso, en América del Norte.
El enfoque de Trump clasifica a China junto con otros \"abusadores\", destacando la postura firme de su administración sobre el comercio. Sin embargo, China respondió rápidamente, enfatizando la inevitabilidad de que las guerras comerciales no tengan verdaderos ganadores.
Según un portavoz del Ministerio de Relaciones Exteriores de China, estos aranceles son una respuesta a acusaciones infundadas. \"EE. UU. impuso un arancel del 10 por ciento a las exportaciones chinas a EE. UU. utilizando el tema del fentanilo como excusa. China está profundamente insatisfecha con esto y se opone firmemente. Tomaremos las contramedidas necesarias para salvaguardar firmemente nuestros derechos e intereses legítimos,\" declararon.
En el corazón de este conflicto se encuentra la interdependencia económica. EE. UU. y China son socios comerciales importantes, y la introducción de aranceles altera este equilibrio, afectando el comercio global. Para los fabricantes estadounidenses que dependen de componentes chinos, un arancel del 10% significa mayores costos de producción, que a menudo se trasladan a los consumidores. Esto no solo reduce el poder adquisitivo, sino que también contribuye a la inflación, encareciendo los productos cotidianos.
Si bien Trump argumenta que los aranceles abordan los desequilibrios comerciales y protegen los empleos estadounidenses, la realidad pinta un panorama diferente. Las políticas proteccionistas pueden sofocar la innovación, interrumpir las cadenas de suministro globales e inflar los costos tanto para las empresas como para los consumidores en EE. UU.
Por otro lado, China continúa defendiendo el libre comercio y el multilateralismo. El país sigue siendo un actor activo en la Organización Mundial del Comercio y lidera iniciativas como la Asociación Económica Integral Regional (RCEP), el acuerdo de libre comercio más grande del mundo, que entró en vigor en enero de 2022.
Los efectos dominó de los aranceles de Trump se extienden más allá de China y EE. UU. Canadá y México, los principales socios comerciales de América, han insinuado aranceles de represalia significativos. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, mencionó contraaranceles "por valor de miles de millones de dólares", mientras que México ha afirmado su postura de proteger los intereses nacionales. Además, es poco probable que la Unión Europea, a quien Trump criticó por su trato hacia EE. UU., permanezca indiferente ante estas medidas proteccionistas.
Al final, las tensiones comerciales en curso son un recordatorio de que, en la economía global interconectada, las guerras comerciales pueden tener impactos amplios y duraderos, sin dejar verdaderos vencedores.
Reference(s):
cgtn.com
