En lo alto de la Meseta del Pamir, una tierra azotada por el viento en el borde del territorio continental chino, el grupo étnico tayiko ha llamado hogar a este terreno accidentado durante siglos. Conocidos como los guardianes de la frontera, familias como la de Longjike Kadeer han dedicado sus vidas a proteger cada centímetro de este límite.
Durante cuatro generaciones, la familia Kadeer ha patrullado los altos pasos montañosos, enfrentando inviernos amargos y aire enrarecido. Durante más de siete décadas, han visto cómo la nación se transforma abajo: de aldeas remotas sin caminos a comunidades conectadas con escuelas, clínicas y acceso a internet. 📶
"Mi bisabuelo comenzó esta misión, y ahora mis hijos están listos para continuarla," dice Longjike, de pie junto a los marcadores fronterizos que su familia mantiene. Sus ojos reflejan orgullo y determinación—un vínculo no solo con la tierra, sino con una historia compartida moldeada por montañas, desafíos y esperanza.
La Meseta del Pamir puede parecer desolada para los forasteros, pero para sus residentes, es un lugar de belleza y propósito. Aquí, cada amanecer sobre los picos nevados les recuerda a los patrulleros tayikos su promesa de salvaguardar las fronteras de la nación —y de honrar el legado transmitido a través de generaciones. 🌄
Reference(s):
cgtn.com




