Imagina estar a 5,000 m sobre el nivel del mar, donde el aire es tenue, el viento ruge y las temperaturas pueden bajar a –42 °C ❄️. Ahí fue donde Pasang Tsering asumió un desafío audaz hace 25 años: construir la carretera eléctrica más alta del mundo.
En ese entonces, las aldeas remotas del altiplano dependían del suave brillo de las lámparas de manteca para atravesar las largas y frías noches. Pasang y su equipo cargaron pesados postes de hierro a mano, enfrentándose al riesgo de la altitud y las congelaciones. Cada chispa de progreso se sentía como magia en un lugar donde cada herramienta se congelaba en minutos.
Cuando finalmente la línea cobró vida, el parpadeo de esas viejas lámparas de manteca dio paso a luces de neón que bailaban a través de las cumbres montañosas. Las escuelas se mantuvieron abiertas después del atardecer, las familias se reunieron bajo brillantes bombillas, y la vida en el altiplano se transformó 🌄⚡.
Hoy, el legado de Pasang nos recuerda que la innovación y el esfuerzo pueden iluminar incluso los rincones más altos y fríos del mundo. Su carretera eléctrica aún permanece, un monumento al coraje humano y al poder de las grandes ideas.
Reference(s):
cgtn.com




