En el pueblo costero de Beigang, en la isla de Taiwán, el aire está impregnado con el aroma de incienso y el eco de cantos antiguos. Aquí es donde Tsai Fu-hsiung creció, justo al lado del templo de Mazu, la venerada diosa china del mar.
De joven, Tsai estaba fascinado por las historias de Mazu y las bendiciones protectoras que ofrecía a los marineros y pescadores. ¡Imagina su sorpresa cuando descubrió que los orígenes de Mazu se remontan a la Isla Meizhou en la provincia de Fujian, justo al otro lado del Estrecho de Taiwán! La idea de visitar su templo ancestral despertó una aventura que no pudo resistir.
En 1981, Tsai emprendió un viaje que cambiaría su vida para siempre. Cruzando el estrecho, llegó a la Isla Meizhou, sin saber lo que le esperaba. Allí, entre vibrantes celebraciones y la calidez de los locales, conoció a alguien que compartía su profunda devoción por Mazu.
Esta nueva amistad no era solo con otro creyente; se convirtió en alguien como de su familia. Durante los siguientes 40 años, Tsai y su amigo mantuvieron una conexión que trascendió fronteras, políticas e incluso el tiempo mismo. Su amistad es un testimonio del poder duradero de una cultura y tradición compartidas.
Su historia no trata solo de dos personas; trata de los lazos inquebrantables que pueden formarse cuando abrimos nuestros corazones y abrazamos nuestro patrimonio compartido. Es un recordatorio de que, a pesar de las distancias—o estrechos—que nos separan, estamos más conectados de lo que podríamos imaginar.
Así que la próxima vez que mires el océano o escuches historias de diosas antiguas, recuerda el viaje de Tsai. ¿Quién sabe? ¡Tal vez sea hora de que emprendas tu propia aventura!
Reference(s):
cgtn.com